20 de abril de 2016

La "calle del Mar" presenció los sucesos más sangrientos en plena judería.

La larga y rectilínea calle del Mar tiene salidas por la plaza de la Reina y la calle del General Tovar. Esta fue la resultante de la unión de distintos tramos pues en un principio lo era sólo el tramo que iba desde la plaza dels ams o de los anzuelos, actual del altar de San Vicente, hasta la propia puerta del Mar de la muralla cristiana, quedando por tanto extramuros de la antigua muralla árabe. Arrancando desde la plaza de la Reina el primer tramo que encontramos sería el de la antigua plaza de la Figuera, posterior plaza de Santa Tecla por tener allí el convento esta orden agustina, que procedía de su convento de la calle Corona, posterior Beneficencia, y que dieron esta advocación por ser patrona de Tarragona y asentarse aquí repobladores procedentes de esta ciudad. Hay que recordar que el renombrado Cristo del Rescate vino con esta orden y que, tras varios avatares, encontró acomodo en la iglesia de San Esteban que es donde actualmente se encuentra. El siguiente tramo sería el que se llamó Carrer Nou y también carrer de la Cristiandat vella, desde las actuales calle de las Avellanas hasta la de San Cristóbal, y que presenció cómo, tras el pogrom o invasión de la judería de 1391, la primitiva sinagoga mayor fue convertida en 1409 en convento de las monjas de San Cristóbal tras encontrarse milagrosamente en el subsuelo de la citada sinagoga una imagen de este santo. Posteriormente se llamó de “en Pujades” por tener los condes de Anna su casa en este lugar. Fue en el año 1868 cuando abandonaron el convento presionadas por la Junta Revolucionaria pues se decidió demoler este convento y el de Santa Tecla para ensanchar la calle por lo que se trasladaron al Convento de clarisas de Jerusalén, primero, al de los Antonianos de la Calle Sagunto, después, y, finalmente, los vendieron para adquirir unos huertos lindantes con la calle de Alboraya que es donde se ubica su convento en la actualidad.

Enfrente del que fue convento de las agustinas se encuentra el magnífico Palacio de los Valeriola, suntuosa mansión que fue sede del periódico “Las Provincias”, que estuvo durante demasiados años en situación de reclamación al ayuntamiento por parte de sus propietarios con carteles reivindicativos incluidos, y sede del Pub Juan Sebastián Bach que tenía fieras enjauladas en su patio. En fechas recientes ha sido felizmente adquirido por la Fundación Hortensia Herrero para ser rehabilitado y ser sede de un centro cultural. Lindando con este y separados por un estrecho callejón hoy tapiado y que se llamó calle de las Penas por transitar por ella la procesión del Cristo de las Penas desde San Juan del Hospital encontramos el palacio de los Valero de Palma con fachada a la plaza de San Vicente Ferrer. Nuestra calle fue igualmente testiga de las procesiones penitenciales que ex cautivos trinitarios hacían por nuestra ciudad en acción de gracias por su liberación y de las que Cervantes pudo haber sido partícipe. El siguiente tramo se llamó plaza dels ams o de los anzuelos, después “altar de San Vicente”, por tener algún comercio en el que los pescadores se proveían de material para la pesca y que conoció del milagro que San Vicente obró sobre el hijo de Miguel Garrigues al sanarle y que cuenta con el retablo cerámico alusivo. Adosada al palacete de los Vallvert, se encuentra la iglesia de la casa natalicia de San Vicente Ferrer, que fue pasando en manos del convento de Predicadores, gremio de boneteros y el Consejo de la Ciudad. En 1915 retornó a los Predicadores y en 1950 se resolvió darle un nuevo aspecto integrando la iglesia, el pouet, su casa natalicia y las bellas cerámicas que la adornan. Por último, encontramos el edificio sede de la obra social de Bankia, magnífica construcción heredera del solar donde estuvo hasta 1932 el palacio de los Castrillo y de Orgaz.